sábado, 11 de febrero de 2017

Seis pasos para crear un monstruo



Quien con monstruos lucha cuide de convertirse a su vez en monstruo. Cuando miras largo tiempo a un abismo, el abismo también mira dentro de ti”.
Friedrich Nietzche

Por Héctor Héreter
San Juan, Puerto Rico
20 de marzo de 2016


Donald Trump, quien lidera la campaña electoral dentro del partido Republicano lanzó la semana pasada la idea de pagar las costas legales a un hombre que golpeó a otro de raza negra por protestar durante un mitin del magnate. Más tarde ese mismo día, Trump dijo que no era responsable de las acciones violetas que asuman sus seguidores, sugiriendo que aquellos que decidan protestar en uno de sus eventos son en verdad los que incitan a la violencia y que sus simpatizantes tienen todo el derecho de “defenderse devolviendo el golpe”. Incluso llegó a acusar al candidato demócrata Bernie Sanders de enviar a saboteadores a sus mítines y amenazó con inundar los eventos de Sanders con sus propios seguidores.
Muchos de las tácticas intimidatorias de Trump van acompañadas con una gran porción de violencia callejera.  Pero las milicias paramilitares de Hitler, conocidas como las camisas pardas o la de Benito Mussolini como las camisas negras, no surgen de un día para otro. Es un proceso social evolutivo que siguen 6 pasos muy reconocibles, los cuales los latinoamericanos detectan muy bien luego de más de 200 años de dictaduras a granel.
La lista de caudillos latinoamericanos que siguieron estos seis pasos podría ser más larga que los pedidos a Dios de un indigente, pero nos conformaremos con los tres más emblemáticos: Juan Domingo Perón en Argentina, Fidel Castro en Cuba y Hugo Chávez en Venezuela.  Nuestra inclinación de seguir a demagogos y populistas que utilizan el patriotismo y nacionalismo en cada una de sus intervenciones se debe a que somos proclives en creer en cuentos maravillosos, de que un hombre nos salvará de nuestra desgracia.
No hay que confundir el patriotismo con el patrioterismo, que está hecho de palabrería hueca y hasta raya en la payasada, tal como "le declarermos una guera asimétrica a Estados Unidos", como muchos dictadores latinoamericanos en la actualidad hacen.
Es por ello que el periodista argentino radicado en Estados Unidos Andrés Oppeheimer lo expuso en su libro “Basta de historias y cuentos chinos”.
El caudillo aspirante a la primera magistratura del país por regla general intenta llamar suficientemente la atención para convertirte en el "darling" de los medios comunicación.  Pues lo escándalos y las frases fuera de lo que es "´políticamente correto" es la mejor estrategia para que los periodistas le sigan todos tus pasos y así llegar a quienes quiere cautivar.  Esto no es algo que se aprende en las clases de Ciencia Política de las universidades, es algo que surge de la farándula y Trump con su experiencia de "show man" sabe muy bien cómo utilizarlo. Véase artículo que escribí en el 2008 titulado "El embrujo político de los artistas. el marketing necesario para llegar a la Casa Blanca". 
Una vez que los medios se dan cuenta que son los "tontos útiles" del candidato, comienzan a bloquearlo, tal como sucedió con el programa Meet The Press de la cadena NBC.  Pero ya es tarde, el candidato navega en la cresta de la popularidad, gracias a gran despliego previo que hicieron de él.

Ahora Estados Unidos nación que es ejemplo de democracia por más de 200 años se encuentra ante el umbral de un nuevo caudillo; Donald Trump.



Primer paso: La ira.
Los tiempos cambian, sobre todo nuestro mundo ha evolucionado de tal manera que un hombre del siglo XVII le sería casi imposible mentalizar tanto avance tecnológico. Pero algo que no cambia, a lo largo de todas las páginas de la historia de de la humanidad, son los sentimientos que pueden mover de un lado hacia el otro el curso de la historia.  Así como el amor, su contraparte, el odio es generador de ira, también puede movilizar masas a niveles inimaginables. Somos testigos casi a diario de ello cada vez que vemos a través de los medios las barbaridades del grupo islámico radical ISIS. Tal como dije hace unos años luego de ver la película insigne de Stanley Kubrick Odisea del Espacio 2001: “Nos bajamos de los árboles para caminar miles de años y subirnos a naves espaciales pero seguimos siendo los mismos”.
La elección en 2008 del actual presidente de Estados Unidos, Barack Obama incentivó una serie de crímenes de odio dirigidos contra minorías como la población afroamericana e hispana.  Incluso surgió una especie de xenofobia en contra de Obama cuando se llegó cuestionar si en realidad había nacido en Estados Unidos.
Trump, ahora no sólo utiliza la xenofobia y racismo en la actual estrategia electoral, le agregó otros matices más profundos muy atractivos a los nacionalistas más extremos de Estados Unidos.
El perfil de aquellos que apoyan a Trump demuestran ser personas que sienten amenazado su ya débil estado económico. Los blancos norteamericanos consideran que sus derechos laborales se han ido erosionando durante la última década.  Más de 61% de los seguidores de Trump siguen creyendo en la teoría conspirativa que Obama es un extranjero musulmán, según una encuesta realizada el pasado mes de septiembre por Public Policy Polling.
Estas creencias basadas meramente en rumores o datos falsos es muy común verlos entre aquellos que se enamoran de dictadores o demagogos.
Lo anterior contribuye a fomentar la paranoia política muy alejado de la tolerancia que representa la democracia basada en la libertad de expresión y la diversidad de ideas.
Por algo el ministro de Propaganda de Adolfo Hitler, el nefasto Joseph Goebels decía hasta el cansacio: “una mentira dicha mil veces se convierte en verdad entre las masas”. (Hoy la describen con el eufemismo de "Altenative Facts" (verdades altenativas).
Casi todos estos aprendices a dictadores, sean de derecha o izquierda, comparten los mismos rasgos al formar grupos que arropan la idea de “si no estás con nosotros eres nuestro enemigo”. Los que piensen diferente a ellos no son considerados meros oponentes sino enemigos declarados.
Otra característica fácilmente identificable de esta fase es que  los caudillos no esperan para etiquetar los opositores con nombres de animales o adjetivos que denotan bajeza. Hitler, los llamaba “ratas”; por lo cual su exterminio era necesario y justificable. Fidel Castró usó el adjetivo de “gusanos” y Chávez de “escuálidos”.  Para Trump todos aquellos que se le oponga son “loosers” (perdedores o basura).
Igualmente es muy común entre ellos es que no son parte del “status quo” político, como se ha calificado a Trump de “outsider”.  Un outsider tiene mayores probabilidades de aprovechar esta ira o resentimiento que uno que obedece una disciplina partidista.
Al contrario de los golpes militares tan recurrentes en América Latina que rompen con el orden establecido, los aspirantes a una dictadura aprovechan este orden para lograr sus metas.  Se infiltran en las organizaciones políticas para luego implosonarlas desde dentro.
Aunque un poco tarde, el columnista conservador y miembro del partido republicano George Will advirtió sobre la amenaza que representa para el partido el ascenso de Trump.
De igual manera la oposición demócrata comienza a dar pasos para también bloquearlo.  El multimillonario George Soros, dijo que donaría $15 millones para incentivar a los latinos a que voten en las elecciones generales de noviembre. (Pocos le hicieron caso y se quedaron en sus casas el día de la votación).
Así lo hizo Hitler que no tenía mayores atributos que ser un cabo del ejército alemán durante la primera guerra mundial o de Chávez que era un teniente coronel al momento que Venezuela encaró una de sus peores crisis del siglo XX, acabando en el “caracazo” el cual arrojó la muerte de miles y tan solo una semana.
Pues Trump ha demostrado ser el perfecto “outsider” que le importa poco el partido Republicano, lo usa como catapulta que lo lleve a la Casa Blanca.


Izquierda o derecha, utilizan los mismos métodos de intimidación.
Fase 2: Justificar la violencia.
Esta fase en la evolución de grupos de terror e intimidación surge cuando sus líderes dejan de censurar los actos violentos de sus seguidores.  En esta fase se encuentra actualmente Trump y ninguno de sus compañeros de partido todavía se han dado cuenta de ello.
En una justificación enmascarada en un doble discurso, justificó la golpiza mortal dada a un indigente puertorriqueño por quienes dijeron estar inspirados en el mensaje de Trump. Luego dijo el que esto es “triste que suceda” para agregar a manera de justificación que “mis seguidores son muy apasionado, aman a su país, quieren que este país sea grande de nuevo”. Poco le faltó agregar que para que América sea grande de nuevo tenemos que deshacernos de toda esta “basura extranjera”.
Lo mismo sucedió luego cuando afroamericanos y latinos fueron salvajemente golpeados por protestar contra Trump.  No sólo justificó estos actos, también agregó leña al fuego al decir que “si alguien golpea a uno  que protesta en mis eventos no se preocupe que yo pago los gastos legales en su defensa”.  Luz verde a la violencia.
Los republicanos se tardaron en ponerle freno a estos exabruptos, al punto que tan reciente como el pasado 3 de marzo en un debate sus tres oponentes aseguraron que apoyarían a Trump en caso de ser nominado como candidato en la Convención Republicana en Cleveland, Ohio el próximo junio.

Pero este monstruo que algunos llaman el Trumpstein (en referencia a Frankenstein) fue creado por los propios republicanos que su afán de torpedear el presidente Obama propiciaron un ambiente entre los seguidores del partido a elevar su grado de intolerancia.
El peligro, coinciden analistas, es que en política si se incentiva los instintos más oscuros del ciudadano, a la larga se pierde control sobre el odio creado. Tal cual como las bestias de la selva al saborear sangre quieren más.
Simpatizantes de Trump golpean a afroamericano que se atrevió a protestar durante un mitín del candidato

Fase 3: Impunidad legal

Cuando los seguidores de Trump consideran que sus actos carecen de toda impunidad, es lo que otros dictadores alrededor del mundo hicieron al poner el sistema legal al lado de estos grupos violentos.  Por algo Vladimir Putin y Donal Trump se admiran mutuamente ya que siguen la misma táctica política.
La tendencia es a deslegitimizar a la oposición por lo cual los caudillos se sienten empoderados a cometer actos de violencia en contra de los disidentes a quienes acusan de ser ellos los violentos.
Por algo Chávez una vez  en el poder se apresuró a crear los llamados “Colectivos”, bandas de motorizados armados para atemorizar la población.


Fase 4: la oposición contraataca
Le toma un tiempo a la oposición comprender que es un nuevo escenario bélico en la arena política. Primero son individuos que tienen la valentía de interrumpir un discurso del candidato, para luego estas protestas dejen de ser individuales y  convertirse en colectivas, tal como sucedió en Chicago en donde organizaciones que representan las minorías, gays, afroamericanos, latinos y hasta judíos se pusieron de acuerdo para protestar.
Pero en vez de obtener un resultado positivo lo que incentivo fue la radicalización de los seguidores de Trump, quienes amenazan con traer armas a los mítines para defenderse de los manifestantes.
Esto llegó a un paroxismo cuando Trump advirtió que habría violentos disturbios si sus propios correligionarios de partido le bloquean su nominación durante la convención en junio.




Fase 5: de la defensiva a la ofensiva

Hasta ahora los actos de violencia fueron contra particulares, principalmente afroamericanos.
Pero esto es un fenómeno que se detecta a nivel mundial cuando un demagogo con ínfulas de dictador aparece en escena; se inicia de manera menguada hasta crecer a grandes proporciones: los primeros en ser atacados son los inmigrantes seguidos por otras minorías.  Luego la violencia aumenta hacia grupos de socialistas, demócratas conservadores o cualquiera que asome un grado de oposición.
Cuanto más gana terreno político Trump, más intolerantes se vuelven sus seguidores, tal como ha sucedido en el pasado con Hitler, Castro y Hugo Chávez.
Está demostrado que estos personajes con tendencias dictatoriales no se vuelven en líderes más razonables una vez que llegan al poder.  Todo lo contrario, sucumben ante su propio ego y consideran que todo lo que hacen es justificable.  Es lo que podría terminar en redadas nocturnas para deportar en masa a inmigrantes mexicanos. Posteriormente esta fase avanzaría hacía respuestas aún más violentas como tiroteos en contra de los opositores.
Los “bravucones” de estos dictadores evolucionan hacia maneras más organizadas de violencia, como se ha visto en Venezuela y Cuba con las brigadas de defensa revolucionaria o colectivos. Pues Estados Unidos, con su democracia de más de 200 años, está frente al portal de un caudillaje al estilo latinoamericano quienes aprovecharon la propia democracia para implosionarla desde sus entrañas.




Fase 6: escoge un color o insignia.

Tal como mencionamos antes, los caudillos no pierden tiempo en buscar adjetivos que identifique a sus opositores.  Posteriormente toman un color o estandarte que los agrupe, tal como el “rojo rojito” de Chávez o un estandarte fácilmente reconocible como la esvástica de los nazis. 
Bajo estos colores e insignias los matones al servicio del régimen se sienten protegidos para cometer sus fechorías, tal como las camisas negras de Hitler, las pardas de Mussolini o los colectivos al servicio de Nicolás Maduro.
Trump todavía no ha llegado a este punto, pero no sería extraño que ya tenga preparado tanto el color como la insignia en caso de que el partido Republicano bloquee su nominación como candidato. Entonces decida crear su propia organización, tal como hizo Hitler al separarse del Partido Obrero Alemán para fundar el Partido Nacional Socialista Obrero Alemán (Nazis). (Ya vemos como el Ku Klux Kam resurge en varios estados de la nación)

Por Héctor Héreter
San Juan, Puerto Rico
20 de marzo de 2016

1 comentario: