domingo, 26 de febrero de 2017

¿Un cuento de hadas o una realidad brutal?


Héctor Héreter Latouche
San Juan, Puerto Rico
26/02/17

D
esde que arrancó la campaña presidencial en Estados Unidos a principios del 2016 insistía que el ahora primer mandatario Donald Trump era otro Hugo Chávez.
Varios de mis amigos y colegas me refutaron tal aseveración sobre la base que Trump es un multimillonario capitalista mientras que Chávez era un oficial de ejército anti capitalista.
Pero mi apreciación no se basaba en sus posturas de cómo dirigir la economía; más bien en su manera de seducir las masas en una explosión de posturas radicales.
A diferencia de nuestros primos del Norte, los latinoamericanos poseemos un amplio legado histórico de dictadores que llegaron al poder a través de la propia democracia para luego implosionarla y  convertirse en dictadores con perpetuidad en el palacio presidencial, ya bien lo llamemos Miraflores (Venezuela) Casa Rosada (Argentina) la Casa de la Moneda (Chile) o el moderno Palácio da Alvorada (Brasil).
En  la figura de Trump los  latinoamericanos pueden ver un espejo de lo que ha sido su propia historia con una larga lista de déspotas que rigieron por años, incluso décadas.
Al igual que los populistas latinoamericanos, Trump se auto define como el “verdadero representante del pueblo” bajo coacción  de explotadores internos y fuerzas externas (inventadas o no) que amenazan la estabilidad del país. Propone devolver la grandeza de tiempos pretéritos que ninguno de los presentes han experimentado en carne propia, o sea pura fábula de un guión de película sobre héroes ya fallecidos hace siglos.
Gobiernan a través de la confrontación y polarización. Un discurso agresivo en el cual aquellos que piensan diferente no son la mera oposición, son estigmatizados  comoe  enemigos y traidores.  Manipulan los medios de comunicación, ya bien sea al hacer declaraciones estrambóticas ante periodistas que se convierten en formidables “sound bites”para la radio y televisión o titulares de primera plana en los diarios.  Pero una vez que llegan al poder le declaran la guerra hacia esos mismos medios y periodistas que le desplegaron la alfombra roja para convertirse en residente del Palacio Presidencial. (http://internacional.elpais.com/internacional/2017/02/24/estados_unidos/1487966003_555770.html)
 Pues Trump no reinventó la rueda, tan solo siguió el Manual Latinoamericano de cómo blindarse en el poder, algo que lo podemos visualizar desde que América Latina se independizó del imperio español; desde la desmembración de la Gran Colombia de Simón Bolívar, pasando por Juan Domingo Perón en Argentina hasta Hugo Chávez con sus principales aliados Evo Morales en Bolivia, Rafael Correa en Ecuador y Daniel Ortega en Nicaragua.
Pero el populismo no es exclusivo de la izquierda, la vimos también con el derechista Alberto Fujimori en Perú quien utilizaba diarios amarillistas en contra de sus oponentes.  Los términos de Post Verdad y Hechos Alternativos no son de nuevo cuño de quienes asesoran a Trump, son técnicas ampliamente utilizadas por muchos, desde los alegados intentos de golpe de estado de la derecha inventados por Chávez o las estadísticas sobre la inflación adulteradas por and Cristina Fernández de Kirchner en Argentina.
Al observar el primer mes del mandato Trump, muchos demócratas latinoamericanos sienten un “deja vú” o la sensación de que ya vieron esta película.  Todos concuerdan en pronosticar que tendrá resultados nefastos tanto sociales como económicos sobre el país.
Pero el actual teorema de cómo afectará a América Latina la presidencia  de Trump es lo que muchos analistas tratan de descifrar.  Según la tercera ley física de Issac Newton, de acción yreacción,  establece que siempre que un objeto ejerce una fuerza sobre un segundo objeto, este ejerce una fuerza de igual magnitud y dirección pero en sentido opuesto sobre el primero.
Ya vemos asomos de un nacionalismo a la inversa que surge, principalmente en México, ante la investida de Trump.  El legendario político de izquierda Andrés Manuel López Obrador lidera la encuestas de opinión para convertirse en presidente en las elecciones del 2018 con su propuesta de “La Patria Primero”, no muy distante del eslogan de Trump “Let’s make America Great Again”.
En vez de mirar hacia el futuro, estos megalómanos se afincan en un ficticio pasado heróico en el cual los protagonistas ya no existen y por tanto no pueden protestar por las deviaciones históricas.  ¿Qué dirían Bolívar, Sarmiento, Juárez, Thomas Jefferson o el propio Washington ante este nuevo escenario político?


jueves, 16 de febrero de 2017

Radiografía de la Demagogia Moderna




Por Héctor Héreter
San Juan, Puerto Rico
16/02/17

Con la aparición de los medios electrónicos

en la arena política, la radio primero seguida
de la televisión, los demagogos encontraron
herramientas perfectas para seducir a las masas.

“Abajo la democracia, que muera el poder del pueblo”, nadie en sus cabales se pondría en una esquina a gritar estas palabras a todo pulmón sin temor a que una muchedumbre iracunda acabe con su vida.
Hemos aceptado estas ideas de democracia y poder popular como preceptos indiscutibles de nuestra vida política en el mundo occidental actual. Pues para muchos de nosotros es una sorpresa saber que filósofos griegos como Platón o Aristóteles estigmatizaban la Democracia como elemento corruptor del sistema republicano.
Hemos aceptado estas ideas de democracia y poder popular como preceptos indiscutibles de nuestra vida política en el mundo occidental actual. Pues para muchos de nosotros es una sorpresa saber que filósofos griegos como Platón o Aristóteles estigmatizaban la Democracia como elemento corruptor del sistema republicano.
Precisamente esta palabra, demagogia, creaba pavor a los antiguos pensadores griegos por considerar que puede producir (como crisis extrema de la Democracia), la instauración de un régimen autoritario oligárquico o tiránico, que más frecuentemente nace de la práctica demagógica del que ha sido elegido que paulatinamente va eliminando así a toda oposición. En estas condiciones, los demagogos, arrogándose el derecho de interpretar los intereses de las masas, confiscan todo el poder y la representación del pueblo e instauran una tiranía o dictadura personal.



DE PERIODISMO A PROPAGANDA

Tanto Aristóteles, Platón y los republicanos americanos verían con horror como los medios de comunicación modernos se han convertido en grandes aliados involuntarios de los demagogos para diseminar sus mensajes, incluso más allá de sus propias fronteras. Lo que una vez llamaron el Cuarto Poder en resguardo de la democracia y la justicia social, caen incautos a la fascinanción del escándalo creado por estos demagogos que acaparan los titulares de la prensa y noticieros electrónicos.
Si antes los estos seductores del pueblo contaban sólo con una atril y unos cuantos oyentes reunidos en un estrecho salón con el advenimiento de los medios de comunicación masivos hicieron realidad el sueño de todo demagogo: atraer las masas igual que el Flautista de Hamelin.

El demagogo aprovecha cualquier brecha que la República o mal manejada democracia, para lanzar su discurso con ataques al sistema y alentar aún más las frustraciones y resentimientos, de las masas hacia los dirigentes.

Es en este momento cuando los medios de comunicación entran en escena como los tontos útiles. En su afán por atraer mayores lectores a sus diarios y audiencia a sus noticieros, resaltan lo más escandaloso que estos demagogos inventan para atraer la atención. Es por ello que aún hoy es recordado Adolfo Hitler y su famoso discurso en Nuremberg lleno de odio contra los judíos transmitido al mundo a través de la radio; a Nikita Krushev golpeando con su zapato el escritorio en la Asamblea General de las Naciones Unidas; las exaltaciones nacionalistas y xenofóbicas de Slobodan Milošević que terminaron en las horribles matanzas en Kosovo.
Entonces los medios de comunicación se convierten en cómplices involuntarios de la implantación de una política que único fin es la conquista y al mantenimiento de un poder personal o de grupo, mediante la acción demagógica en sus múltiples formas apelando a emociones irracionales mediante estrategias como la promoción de discriminaciones, fanatismos y sentimientos nacionalistas exacerbados; el fomento de los miedos e inquietudes irracionales; la creación de deseos injustificados o inalcanzables; etc. para ganar el apoyo popular, frecuentemente mediante el uso de la oratoria, la retórica y el control de la población. La apropiación de los medios de comunicación y de los medios de educación por parte de dichos sectores de poder son puntos clave para quien busca esta estructura de gobierno, a fin de utilizar la desinformación. Es aquí cuando nace otro fenómeno político que ayuda al demagogo a perpetuar su poder: la Oclocracia.
La oclocracia es la autoridad de un populacho corrompido y tumultuoso, como el despotismo del tropel, nunca el gobierno de un pueblo. Esta corrupción del populacho se logra por medio del clientismo político, el cual a través de sobornos, la administración del hambre o designación en puestos de poder, logra el apoyo incondicional de un grupo que sirve luego para reprimir y hostigar al resto de la población
La pregunta obligada en este momento es ¿cómo podemos identificar a un demagogo cuando habla ante las multitudes? Pues los síntomas son más fáciles de identificar que un catarro común. Lo que lo hace a veces difícil es que caemos en la trampa de las emociones que nos nubla la razón, o los periodistas reportan aquello que saben atraerá la atención y tocará la fibra emocional de su público. Sin saberlo estos profesionales de la comunicación pasan del ejercicio del periodismo a la propaganda. Lo irónico es que una vez entronizado el demagogo en el poder, aquellos informadores que reportaron imparcialmente en un principio luego son considerados por el caudillo como sus
principales enemigos.

ALGUNOS SÍNTOMAS DE LA DEMAGOGIA OCLOCRÁTICA:

  • Dramatismo: Los demagogos sienten una gran inclinación por la pomposidad y los cuentos dramáticos ya que saben que son un flechazo directo al corazón de las masas. Es por ello que vemos como en la China de Mao, en la Rusia de Stalin o en la Alemania de Hitler se orquestaron grandes y coloridas concentraciones donde se orbitaba alrededor de la figura grandilocuente del caudillo. Igualmente a cada rato se inventan historias de amenazas a su vida, las cuales tienen un doble propósito, incentivar el odio de sus seguidores hacia la oposición y apretar las válvulas de la represión y persecución de sus opositores. No sólo los regímenes totalitarios utilizan este método, sino también gobiernos democráticos, tal fue el caso de la administración republicana tras los atentados del 11 de septiembre, los cuales sirvieron de excusa para violentar los derechos civiles tanto dentro de Estados Unidos como en el exterior. También dentro de esta grandilocuencia, estos líderes demagogos les gusta los grandes títulos que simbolizan fortaleza o protección paternal como Papá Doc, Fuehrer, Caudillo, Comandante.
  • Demonización: Esta aproximación consiste en asociar una idea o grupo de personas con valores negativos, hasta que esa idea o grupo de personas sean vistos negativamente. Los demagogos y sus estrategas en propaganda negativa les gusta comparar a sus enemigos con animales detestables como hizo Hitler al comparar a los judíos con ratas. Igualmente la asociación por descarte con personajes u organizaciones, sin existir en verdad un vínculo propiamente establecido, es una táctica muy utilizada por los demagogos.
  • Falso dilema: También conocida como falsa dicotomía, hace referencia a una situación donde dos puntos de vista alternativos son presentados como las únicas opciones posibles. Como ejemplo tenemos el típico: "estás conmigo o contra mí"; “eres patriota o traidor”. Supone una definición simplista de la realidad y de esa forma se consigue evitar la toma en consideración de las demás posibilidades. Durante la campaña electoral norteamericana el bando republicano utilizó este método al referirse que ellos SI eran la verdadera representación del patriotismo estadounidense. Por descarte, entonces, se implanta la idea que el oponente no es un patriota.
  • Medias verdades o verdades relativas: hacer declaraciones que en la superficie paracen ser verdaderas pero al investigar más a fondo y compararlas con la realidad de la situación emerge como superfluas. Por ejemplo al decir que “la oposición nos acusa de recortar las ayudas sociales cuando en realidad inyectamos 500 millones de dólares a estos programas”. Pero cuando se compara con el avance inflacionario creado por la misma administración gubernamental en realidad redujo este aporte.
  • Victimización: proyectar responsabilidad en otros de los propios errores o desajustes económicos y sociales, ya bien sea la oposición o un país foráneo con intereses o vínculos económicos con el país. Esto le permite al demagogo exagerar la influencia del grupo opositor.
  • Clientismo: La práctica de nombrar adeptos, aliados y hasta aquéllos que simplemente por intereses particulares se adhieren a un movimiento político para ayudarle a alcanzar o retener el poder, es algo muy común en los gobiernos dirigidos por un demagogo. Una elemento clave de este control social es la economía y las posibilidades que tiene el pueblo de acceder a bines materiales. Cuanto más restringido sea el poder adquisitivo de los habitantes, mayor el poder del líder para agregar adeptos a su régimen. Un caso específico lo vimos en China a finales la década de los 50, cuando el país sufrió una gran hambruna muriendo más de un millón de personas por desnutrición a causa de las políticas económicas implantadas por el régimen de Mao Tse Tung. A pesar de todos saber que el gobierno tenía culpa de este desastre los adeptos al régimen crecieron por millones, ya que las alternativas eran estar a favor del régimen o morir de hambre.
  • Estadística fuera de contexto: Consiste en utilizar datos numéricos para apoyar una hipótesis o afirmación, pero que estando fuera de contexto no reflejan la realidad. Aquí también se cuenta el uso tendencioso de estadísticas, también conocido como demagogia numérica.

sábado, 11 de febrero de 2017

Seis pasos para crear un monstruo



Quien con monstruos lucha cuide de convertirse a su vez en monstruo. Cuando miras largo tiempo a un abismo, el abismo también mira dentro de ti”.
Friedrich Nietzche

Por Héctor Héreter
San Juan, Puerto Rico
20 de marzo de 2016


Donald Trump, quien lidera la campaña electoral dentro del partido Republicano lanzó la semana pasada la idea de pagar las costas legales a un hombre que golpeó a otro de raza negra por protestar durante un mitin del magnate. Más tarde ese mismo día, Trump dijo que no era responsable de las acciones violetas que asuman sus seguidores, sugiriendo que aquellos que decidan protestar en uno de sus eventos son en verdad los que incitan a la violencia y que sus simpatizantes tienen todo el derecho de “defenderse devolviendo el golpe”. Incluso llegó a acusar al candidato demócrata Bernie Sanders de enviar a saboteadores a sus mítines y amenazó con inundar los eventos de Sanders con sus propios seguidores.
Muchos de las tácticas intimidatorias de Trump van acompañadas con una gran porción de violencia callejera.  Pero las milicias paramilitares de Hitler, conocidas como las camisas pardas o la de Benito Mussolini como las camisas negras, no surgen de un día para otro. Es un proceso social evolutivo que siguen 6 pasos muy reconocibles, los cuales los latinoamericanos detectan muy bien luego de más de 200 años de dictaduras a granel.
La lista de caudillos latinoamericanos que siguieron estos seis pasos podría ser más larga que los pedidos a Dios de un indigente, pero nos conformaremos con los tres más emblemáticos: Juan Domingo Perón en Argentina, Fidel Castro en Cuba y Hugo Chávez en Venezuela.  Nuestra inclinación de seguir a demagogos y populistas que utilizan el patriotismo y nacionalismo en cada una de sus intervenciones se debe a que somos proclives en creer en cuentos maravillosos, de que un hombre nos salvará de nuestra desgracia.
No hay que confundir el patriotismo con el patrioterismo, que está hecho de palabrería hueca y hasta raya en la payasada, tal como "le declarermos una guera asimétrica a Estados Unidos", como muchos dictadores latinoamericanos en la actualidad hacen.
Es por ello que el periodista argentino radicado en Estados Unidos Andrés Oppeheimer lo expuso en su libro “Basta de historias y cuentos chinos”.
El caudillo aspirante a la primera magistratura del país por regla general intenta llamar suficientemente la atención para convertirte en el "darling" de los medios comunicación.  Pues lo escándalos y las frases fuera de lo que es "´políticamente correto" es la mejor estrategia para que los periodistas le sigan todos tus pasos y así llegar a quienes quiere cautivar.  Esto no es algo que se aprende en las clases de Ciencia Política de las universidades, es algo que surge de la farándula y Trump con su experiencia de "show man" sabe muy bien cómo utilizarlo. Véase artículo que escribí en el 2008 titulado "El embrujo político de los artistas. el marketing necesario para llegar a la Casa Blanca". 
Una vez que los medios se dan cuenta que son los "tontos útiles" del candidato, comienzan a bloquearlo, tal como sucedió con el programa Meet The Press de la cadena NBC.  Pero ya es tarde, el candidato navega en la cresta de la popularidad, gracias a gran despliego previo que hicieron de él.

Ahora Estados Unidos nación que es ejemplo de democracia por más de 200 años se encuentra ante el umbral de un nuevo caudillo; Donald Trump.



Primer paso: La ira.
Los tiempos cambian, sobre todo nuestro mundo ha evolucionado de tal manera que un hombre del siglo XVII le sería casi imposible mentalizar tanto avance tecnológico. Pero algo que no cambia, a lo largo de todas las páginas de la historia de de la humanidad, son los sentimientos que pueden mover de un lado hacia el otro el curso de la historia.  Así como el amor, su contraparte, el odio es generador de ira, también puede movilizar masas a niveles inimaginables. Somos testigos casi a diario de ello cada vez que vemos a través de los medios las barbaridades del grupo islámico radical ISIS. Tal como dije hace unos años luego de ver la película insigne de Stanley Kubrick Odisea del Espacio 2001: “Nos bajamos de los árboles para caminar miles de años y subirnos a naves espaciales pero seguimos siendo los mismos”.
La elección en 2008 del actual presidente de Estados Unidos, Barack Obama incentivó una serie de crímenes de odio dirigidos contra minorías como la población afroamericana e hispana.  Incluso surgió una especie de xenofobia en contra de Obama cuando se llegó cuestionar si en realidad había nacido en Estados Unidos.
Trump, ahora no sólo utiliza la xenofobia y racismo en la actual estrategia electoral, le agregó otros matices más profundos muy atractivos a los nacionalistas más extremos de Estados Unidos.
El perfil de aquellos que apoyan a Trump demuestran ser personas que sienten amenazado su ya débil estado económico. Los blancos norteamericanos consideran que sus derechos laborales se han ido erosionando durante la última década.  Más de 61% de los seguidores de Trump siguen creyendo en la teoría conspirativa que Obama es un extranjero musulmán, según una encuesta realizada el pasado mes de septiembre por Public Policy Polling.
Estas creencias basadas meramente en rumores o datos falsos es muy común verlos entre aquellos que se enamoran de dictadores o demagogos.
Lo anterior contribuye a fomentar la paranoia política muy alejado de la tolerancia que representa la democracia basada en la libertad de expresión y la diversidad de ideas.
Por algo el ministro de Propaganda de Adolfo Hitler, el nefasto Joseph Goebels decía hasta el cansacio: “una mentira dicha mil veces se convierte en verdad entre las masas”. (Hoy la describen con el eufemismo de "Altenative Facts" (verdades altenativas).
Casi todos estos aprendices a dictadores, sean de derecha o izquierda, comparten los mismos rasgos al formar grupos que arropan la idea de “si no estás con nosotros eres nuestro enemigo”. Los que piensen diferente a ellos no son considerados meros oponentes sino enemigos declarados.
Otra característica fácilmente identificable de esta fase es que  los caudillos no esperan para etiquetar los opositores con nombres de animales o adjetivos que denotan bajeza. Hitler, los llamaba “ratas”; por lo cual su exterminio era necesario y justificable. Fidel Castró usó el adjetivo de “gusanos” y Chávez de “escuálidos”.  Para Trump todos aquellos que se le oponga son “loosers” (perdedores o basura).
Igualmente es muy común entre ellos es que no son parte del “status quo” político, como se ha calificado a Trump de “outsider”.  Un outsider tiene mayores probabilidades de aprovechar esta ira o resentimiento que uno que obedece una disciplina partidista.
Al contrario de los golpes militares tan recurrentes en América Latina que rompen con el orden establecido, los aspirantes a una dictadura aprovechan este orden para lograr sus metas.  Se infiltran en las organizaciones políticas para luego implosonarlas desde dentro.
Aunque un poco tarde, el columnista conservador y miembro del partido republicano George Will advirtió sobre la amenaza que representa para el partido el ascenso de Trump.
De igual manera la oposición demócrata comienza a dar pasos para también bloquearlo.  El multimillonario George Soros, dijo que donaría $15 millones para incentivar a los latinos a que voten en las elecciones generales de noviembre. (Pocos le hicieron caso y se quedaron en sus casas el día de la votación).
Así lo hizo Hitler que no tenía mayores atributos que ser un cabo del ejército alemán durante la primera guerra mundial o de Chávez que era un teniente coronel al momento que Venezuela encaró una de sus peores crisis del siglo XX, acabando en el “caracazo” el cual arrojó la muerte de miles y tan solo una semana.
Pues Trump ha demostrado ser el perfecto “outsider” que le importa poco el partido Republicano, lo usa como catapulta que lo lleve a la Casa Blanca.


Izquierda o derecha, utilizan los mismos métodos de intimidación.
Fase 2: Justificar la violencia.
Esta fase en la evolución de grupos de terror e intimidación surge cuando sus líderes dejan de censurar los actos violentos de sus seguidores.  En esta fase se encuentra actualmente Trump y ninguno de sus compañeros de partido todavía se han dado cuenta de ello.
En una justificación enmascarada en un doble discurso, justificó la golpiza mortal dada a un indigente puertorriqueño por quienes dijeron estar inspirados en el mensaje de Trump. Luego dijo el que esto es “triste que suceda” para agregar a manera de justificación que “mis seguidores son muy apasionado, aman a su país, quieren que este país sea grande de nuevo”. Poco le faltó agregar que para que América sea grande de nuevo tenemos que deshacernos de toda esta “basura extranjera”.
Lo mismo sucedió luego cuando afroamericanos y latinos fueron salvajemente golpeados por protestar contra Trump.  No sólo justificó estos actos, también agregó leña al fuego al decir que “si alguien golpea a uno  que protesta en mis eventos no se preocupe que yo pago los gastos legales en su defensa”.  Luz verde a la violencia.
Los republicanos se tardaron en ponerle freno a estos exabruptos, al punto que tan reciente como el pasado 3 de marzo en un debate sus tres oponentes aseguraron que apoyarían a Trump en caso de ser nominado como candidato en la Convención Republicana en Cleveland, Ohio el próximo junio.

Pero este monstruo que algunos llaman el Trumpstein (en referencia a Frankenstein) fue creado por los propios republicanos que su afán de torpedear el presidente Obama propiciaron un ambiente entre los seguidores del partido a elevar su grado de intolerancia.
El peligro, coinciden analistas, es que en política si se incentiva los instintos más oscuros del ciudadano, a la larga se pierde control sobre el odio creado. Tal cual como las bestias de la selva al saborear sangre quieren más.
Simpatizantes de Trump golpean a afroamericano que se atrevió a protestar durante un mitín del candidato

Fase 3: Impunidad legal

Cuando los seguidores de Trump consideran que sus actos carecen de toda impunidad, es lo que otros dictadores alrededor del mundo hicieron al poner el sistema legal al lado de estos grupos violentos.  Por algo Vladimir Putin y Donal Trump se admiran mutuamente ya que siguen la misma táctica política.
La tendencia es a deslegitimizar a la oposición por lo cual los caudillos se sienten empoderados a cometer actos de violencia en contra de los disidentes a quienes acusan de ser ellos los violentos.
Por algo Chávez una vez  en el poder se apresuró a crear los llamados “Colectivos”, bandas de motorizados armados para atemorizar la población.


Fase 4: la oposición contraataca
Le toma un tiempo a la oposición comprender que es un nuevo escenario bélico en la arena política. Primero son individuos que tienen la valentía de interrumpir un discurso del candidato, para luego estas protestas dejen de ser individuales y  convertirse en colectivas, tal como sucedió en Chicago en donde organizaciones que representan las minorías, gays, afroamericanos, latinos y hasta judíos se pusieron de acuerdo para protestar.
Pero en vez de obtener un resultado positivo lo que incentivo fue la radicalización de los seguidores de Trump, quienes amenazan con traer armas a los mítines para defenderse de los manifestantes.
Esto llegó a un paroxismo cuando Trump advirtió que habría violentos disturbios si sus propios correligionarios de partido le bloquean su nominación durante la convención en junio.




Fase 5: de la defensiva a la ofensiva

Hasta ahora los actos de violencia fueron contra particulares, principalmente afroamericanos.
Pero esto es un fenómeno que se detecta a nivel mundial cuando un demagogo con ínfulas de dictador aparece en escena; se inicia de manera menguada hasta crecer a grandes proporciones: los primeros en ser atacados son los inmigrantes seguidos por otras minorías.  Luego la violencia aumenta hacia grupos de socialistas, demócratas conservadores o cualquiera que asome un grado de oposición.
Cuanto más gana terreno político Trump, más intolerantes se vuelven sus seguidores, tal como ha sucedido en el pasado con Hitler, Castro y Hugo Chávez.
Está demostrado que estos personajes con tendencias dictatoriales no se vuelven en líderes más razonables una vez que llegan al poder.  Todo lo contrario, sucumben ante su propio ego y consideran que todo lo que hacen es justificable.  Es lo que podría terminar en redadas nocturnas para deportar en masa a inmigrantes mexicanos. Posteriormente esta fase avanzaría hacía respuestas aún más violentas como tiroteos en contra de los opositores.
Los “bravucones” de estos dictadores evolucionan hacia maneras más organizadas de violencia, como se ha visto en Venezuela y Cuba con las brigadas de defensa revolucionaria o colectivos. Pues Estados Unidos, con su democracia de más de 200 años, está frente al portal de un caudillaje al estilo latinoamericano quienes aprovecharon la propia democracia para implosionarla desde sus entrañas.




Fase 6: escoge un color o insignia.

Tal como mencionamos antes, los caudillos no pierden tiempo en buscar adjetivos que identifique a sus opositores.  Posteriormente toman un color o estandarte que los agrupe, tal como el “rojo rojito” de Chávez o un estandarte fácilmente reconocible como la esvástica de los nazis. 
Bajo estos colores e insignias los matones al servicio del régimen se sienten protegidos para cometer sus fechorías, tal como las camisas negras de Hitler, las pardas de Mussolini o los colectivos al servicio de Nicolás Maduro.
Trump todavía no ha llegado a este punto, pero no sería extraño que ya tenga preparado tanto el color como la insignia en caso de que el partido Republicano bloquee su nominación como candidato. Entonces decida crear su propia organización, tal como hizo Hitler al separarse del Partido Obrero Alemán para fundar el Partido Nacional Socialista Obrero Alemán (Nazis). (Ya vemos como el Ku Klux Kam resurge en varios estados de la nación)

Por Héctor Héreter
San Juan, Puerto Rico
20 de marzo de 2016

viernes, 10 de febrero de 2017

Seis fases para crear un monstruo



Quien con monstruos lucha cuide de convertirse a su vez en monstruo. Cuando miras largo tiempo a un abismo, el abismo también mira dentro de ti”.
Friedrich Nietzche

Por Héctor Héreter
San Juan, Puerto Rico
20 de marzo de 2016


Donald Trump, quien lidera la campaña electoral dentro del partido Republicano lanzó la semana pasada la idea de pagar las costas legales a un hombre que golpeó a otro de raza negra por protestar durante un mitin del magnate. Más tarde ese mismo día, Trump dijo que no era responsable de las acciones violetas que asuman sus seguidores, sugiriendo que aquellos que decidan protestar en uno de sus eventos son en verdad los que incitan a la violencia y que sus simpatizantes tienen todo el derecho de “defenderse devolviendo el golpe”. Incluso llegó a acusar al candidato demócrata Bernie Sanders de enviar a saboteadores a sus mítines y amenazó con inundar los eventos de Sanders con sus propios seguidores.
Muchos de las tácticas intimidatorias de Trump van acompañadas con una gran porción de violencia callejera.  Pero las milicias paramilitares de Hitler, conocidas como las camisas pardas o la de Benito Mussolini como las camisas negras, no surgen de un día para otro. Es un proceso social evolutivo que siguen 6 pasos muy reconocibles, los cuales los latinoamericanos detectan muy bien luego de más de 200 años de dictaduras a granel.
La lista de caudillos latinoamericanos que siguieron estos seis pasos podría ser más larga que los pedidos a Dios de un indigente, pero nos conformaremos con los tres más emblemáticos: Juan Domingo Perón en Argentina, Fidel Castro en Cuba y Hugo Chávez en Venezuela.  Nuestra inclinación de seguir a demagogos y populistas que utilizan el patriotismo y nacionalismo en cada una de sus intervenciones se debe a que somos proclives en creer en cuentos maravillosos, de que un hombre nos salvará de nuestra desgracia.
No hay que confundir el patriotismo con el patrioterismo, que está hecho de palabrería hueca y hasta raya en la payasada, tal como "le declarermos una guera asimétrica a Estados Unidos", como muchos dictadores latinoamericanos en la actualidad hacen.
Es por ello que el periodista argentino radicado en Estados Unidos Andrés Oppeheimer lo expuso en su libro “Basta de historias y cuentos chinos”.
El caudillo aspirante a la primera magistratura del país por regla general intenta llamar suficientemente la atención para convertirte en el "darling" de los medios comunicación.  Pues lo escándalos y las frases fuera de lo que es "´políticamente correto" es la mejor estrategia para que los periodistas le sigan todos tus pasos y así llegar a quienes quiere cautivar.  Esto no es algo que se aprende en las clases de Ciencia Política de las universidades, es algo que surge de la farándula y Trump con su experiencia de "show man" sabe muy bien cómo utilizarlo. Véase artículo que escribí en el 2008 titulado "El embrujo político de los artistas. el marketing necesario para llegar a la Casa Blanca". 
Una vez que los medios se dan cuenta que son los "tontos útiles" del candidato, comienzan a bloquearlo, tal como sucedió con el programa Meet The Press de la cadena NBC.  Pero ya es tarde, el candidato navega en la cresta de la popularidad, gracias a gran despliego previo que hicieron de él.

Ahora Estados Unidos nación que es ejemplo de democracia por más de 200 años se encuentra ante el umbral de un nuevo caudillo; Donald Trump.



Primer paso: La ira.
Los tiempos cambian, sobre todo nuestro mundo ha evolucionado de tal manera que un hombre del siglo XVII le sería casi imposible mentalizar tanto avance tecnológico. Pero algo que no cambia, a lo largo de todas las páginas de la historia de de la humanidad, son los sentimientos que pueden mover de un lado hacia el otro el curso de la historia.  Así como el amor, su contraparte, el odio es generador de ira, también puede movilizar masas a niveles inimaginables. Somos testigos casi a diario de ello cada vez que vemos a través de los medios las barbaridades del grupo islámico radical ISIS. Tal como dije hace unos años luego de ver la película insigne de Stanley Kubrick Odisea del Espacio 2001: “Nos bajamos de los árboles para caminar miles de años y subirnos a naves espaciales pero seguimos siendo los mismos”.
La elección en 2008 del actual presidente de Estados Unidos, Barack Obama incentivó una serie de crímenes de odio dirigidos contra minorías como la población afroamericana e hispana.  Incluso surgió una especie de xenofobia en contra de Obama cuando se llegó cuestionar si en realidad había nacido en Estados Unidos.
Trump, ahora no sólo utiliza la xenofobia y racismo en la actual estrategia electoral, le agregó otros matices más profundos muy atractivos a los nacionalistas más extremos de Estados Unidos.
El perfil de aquellos que apoyan a Trump demuestran ser personas que sienten amenazado su ya débil estado económico. Los blancos norteamericanos consideran que sus derechos laborales se han ido erosionando durante la última década.  Más de 61% de los seguidores de Trump siguen creyendo en la teoría conspirativa que Obama es un extranjero musulmán, según una encuesta realizada el pasado mes de septiembre por Public Policy Polling.
Estas creencias basadas meramente en rumores o datos falsos es muy común verlos entre aquellos que se enamoran de dictadores o demagogos.
Lo anterior contribuye a fomentar la paranoia política muy alejado de la tolerancia que representa la democracia basada en la libertad de expresión y la diversidad de ideas.
Por algo el ministro de Propaganda de Adolfo Hitler, el nefasto Joseph Goebels decía hasta el cansacio: “una mentira dicha mil veces se convierte en verdad entre las masas”. (Hoy la describen con el eufemismo de "Altenative Facts" (verdades altenativas).
Casi todos estos aprendices a dictadores, sean de derecha o izquierda, comparten los mismos rasgos al formar grupos que arropan la idea de “si no estás con nosotros eres nuestro enemigo”. Los que piensen diferente a ellos no son considerados meros oponentes sino enemigos declarados.
Otra característica fácilmente identificable de esta fase es que  los caudillos no esperan para etiquetar los opositores con nombres de animales o adjetivos que denotan bajeza. Hitler, los llamaba “ratas”; por lo cual su exterminio era necesario y justificable. Fidel Castró usó el adjetivo de “gusanos” y Chávez de “escuálidos”.  Para Trump todos aquellos que se le oponga son “loosers” (perdedores o basura).
Igualmente es muy común entre ellos es que no son parte del “status quo” político, como se ha calificado a Trump de “outsider”.  Un outsider tiene mayores probabilidades de aprovechar esta ira o resentimiento que uno que obedece una disciplina partidista.
Al contrario de los golpes militares tan recurrentes en América Latina que rompen con el orden establecido, los aspirantes a una dictadura aprovechan este orden para lograr sus metas.  Se infiltran en las organizaciones políticas para luego implosonarlas desde dentro.
Aunque un poco tarde, el columnista conservador y miembro del partido republicano George Will advirtió sobre la amenaza que representa para el partido el ascenso de Trump.
De igual manera la oposición demócrata comienza a dar pasos para también bloquearlo.  El multimillonario George Soros, dijo que donaría $15 millones para incentivar a los latinos a que voten en las elecciones generales de noviembre. (Pocos le hicieron caso y se quedaron en sus casas el día de la votación).
Así lo hizo Hitler que no tenía mayores atributos que ser un cabo del ejército alemán durante la primera guerra mundial o de Chávez que era un teniente coronel al momento que Venezuela encaró una de sus peores crisis del siglo XX, acabando en el “caracazo” el cual arrojó la muerte de miles y tan solo una semana.
Pues Trump ha demostrado ser el perfecto “outsider” que le importa poco el partido Republicano, lo usa como catapulta que lo lleve a la Casa Blanca.


Izquierda o derecha, utilizan los mismos métodos de intimidación.
Fase 2: Justificar la violencia.
Esta fase en la evolución de grupos de terror e intimidación surge cuando sus líderes dejan de censurar los actos violentos de sus seguidores.  En esta fase se encuentra actualmente Trump y ninguno de sus compañeros de partido todavía se han dado cuenta de ello.
En una justificación enmascarada en un doble discurso, justificó la golpiza mortal dada a un indigente puertorriqueño por quienes dijeron estar inspirados en el mensaje de Trump. Luego dijo el que esto es “triste que suceda” para agregar a manera de justificación que “mis seguidores son muy apasionado, aman a su país, quieren que este país sea grande de nuevo”. Poco le faltó agregar que para que América sea grande de nuevo tenemos que deshacernos de toda esta “basura extranjera”.
Lo mismo sucedió luego cuando afroamericanos y latinos fueron salvajemente golpeados por protestar contra Trump.  No sólo justificó estos actos, también agregó leña al fuego al decir que “si alguien golpea a uno  que protesta en mis eventos no se preocupe que yo pago los gastos legales en su defensa”.  Luz verde a la violencia.
Los republicanos se tardaron en ponerle freno a estos exabruptos, al punto que tan reciente como el pasado 3 de marzo en un debate sus tres oponentes aseguraron que apoyarían a Trump en caso de ser nominado como candidato en la Convención Republicana en Cleveland, Ohio el próximo junio.

Pero este monstruo que algunos llaman el Trumpstein (en referencia a Frankenstein) fue creado por los propios republicanos que su afán de torpedear el presidente Obama propiciaron un ambiente entre los seguidores del partido a elevar su grado de intolerancia.
El peligro, coinciden analistas, es que en política si se incentiva los instintos más oscuros del ciudadano, a la larga se pierde control sobre el odio creado. Tal cual como las bestias de la selva al saborear sangre quieren más.
Simpatizantes de Trump golpean a afroamericano que se atrevió a protestar durante un mitín del candidato

Fase 3: Impunidad legal

Cuando los seguidores de Trump consideran que sus actos carecen de toda impunidad, es lo que otros dictadores alrededor del mundo hicieron al poner el sistema legal al lado de estos grupos violentos.  Por algo Vladimir Putin y Donal Trump se admiran mutuamente ya que siguen la misma táctica política.
La tendencia es a deslegitimizar a la oposición por lo cual los caudillos se sienten empoderados a cometer actos de violencia en contra de los disidentes a quienes acusan de ser ellos los violentos.
Por algo Chávez una vez  en el poder se apresuró a crear los llamados “Colectivos”, bandas de motorizados armados para atemorizar la población.


Fase 4: la oposición contraataca
Le toma un tiempo a la oposición comprender que es un nuevo escenario bélico en la arena política. Primero son individuos que tienen la valentía de interrumpir un discurso del candidato, para luego estas protestas dejen de ser individuales y  convertirse en colectivas, tal como sucedió en Chicago en donde organizaciones que representan las minorías, gays, afroamericanos, latinos y hasta judíos se pusieron de acuerdo para protestar.
Pero en vez de obtener un resultado positivo lo que incentivo fue la radicalización de los seguidores de Trump, quienes amenazan con traer armas a los mítines para defenderse de los manifestantes.
Esto llegó a un paroxismo cuando Trump advirtió que habría violentos disturbios si sus propios correligionarios de partido le bloquean su nominación durante la convención en junio.




Fase 5: de la defensiva a la ofensiva

Hasta ahora los actos de violencia fueron contra particulares, principalmente afroamericanos.
Pero esto es un fenómeno que se detecta a nivel mundial cuando un demagogo con ínfulas de dictador aparece en escena; se inicia de manera menguada hasta crecer a grandes proporciones: los primeros en ser atacados son los inmigrantes seguidos por otras minorías.  Luego la violencia aumenta hacia grupos de socialistas, demócratas conservadores o cualquiera que asome un grado de oposición.
Cuanto más gana terreno político Trump, más intolerantes se vuelven sus seguidores, tal como ha sucedido en el pasado con Hitler, Castro y Hugo Chávez.
Está demostrado que estos personajes con tendencias dictatoriales no se vuelven en líderes más razonables una vez que llegan al poder.  Todo lo contrario, sucumben ante su propio ego y consideran que todo lo que hacen es justificable.  Es lo que podría terminar en redadas nocturnas para deportar en masa a inmigrantes mexicanos. Posteriormente esta fase avanzaría hacía respuestas aún más violentas como tiroteos en contra de los opositores.
Los “bravucones” de estos dictadores evolucionan hacia maneras más organizadas de violencia, como se ha visto en Venezuela y Cuba con las brigadas de defensa revolucionaria o colectivos. Pues Estados Unidos, con su democracia de más de 200 años, está frente al portal de un caudillaje al estilo latinoamericano quienes aprovecharon la propia democracia para implosionarla desde sus entrañas.




Fase 6: escoge un color o insignia.

Tal como mencionamos antes, los caudillos no pierden tiempo en buscar adjetivos que identifique a sus opositores.  Posteriormente toman un color o estandarte que los agrupe, tal como el “rojo rojito” de Chávez o un estandarte fácilmente reconocible como la esvástica de los nazis. 
Bajo estos colores e insignias los matones al servicio del régimen se sienten protegidos para cometer sus fechorías, tal como las camisas negras de Hitler, las pardas de Mussolini o los colectivos al servicio de Nicolás Maduro.
Trump todavía no ha llegado a este punto, pero no sería extraño que ya tenga preparado tanto el color como la insignia en caso de que el partido Republicano bloquee su nominación como candidato. Entonces decida crear su propia organización, tal como hizo Hitler al separarse del Partido Obrero Alemán para fundar el Partido Nacional Socialista Obrero Alemán (Nazis). (Ya vemos como el Ku Klux Kam resurge en varios estados de la nación)

Por Héctor Héreter
San Juan, Puerto Rico
20 de marzo de 2016








jueves, 19 de enero de 2017

La gran jugada de Putin en el corazón de EE.UU.


Por Héctor Héreter
San Juan, Puerto Rico
19 de enero de 2017

La prensa internacional insiste en decir que entre el nuevo presidente de Estados Unidos, Donald Trump y el jerarca ruso Vladimir Putin existe una gran amistad y admiración mutua.
Lo de “admiración” es probable que sea cierto, pero lo de amistad lo pongo en duda ya que la máxima ley no escrita tanto en diplomacia como política no existen amistades, sólo intereses.
Entonces, ¿cómo estos dos megalómanos han encontrado terreno común para mostrar una imagen de “amistad”? ¿Cuál es el interés de Putin de mostrarle una cara amistosa al nuevo presidente estadounidense? Lo más probable sea que ambos se crean que puedan controlar al otro a su antojo. Por un lado, Trump confía que sus virtudes como empresario le permitan manipular al mandatario de Moscú. Por su parte Putin cuenta con una amplísima experiencia política que supera por mucho las habilidades de Trump en este campo. 
La gente común influenciados por los medios de comunicación creen que el plan del neo-Zar ruso, Vladimir Putin es lograr un aliado en el corazón de la oficina Oval de la Casa Blanca, pero en realidad su plan es aún más perverso y maquiavélico con el propósito de fragmentar la sociedad norteamericana.

Divide y vencerás

Esta es una fórmula política tan vieja como el propio imperio romano de hace dos mil años.  El primero en decirlo fue Julio César, el militar y político más sobresaliente de Roma. Sus conquistas territoriales abarcaron grandes extensiones aplicando la fórmula de dividir las tribus que poblaban los espacios a conquistar.
Lo mismo hizo Hernán Cortés quien manipuló el odio que le tenían muchas tribus a los aztecas para lograr la total sumisión de los pobladores de lo que hoy se conoce  como México. Lo mismo hizo Francisco Pizarro en Perú quien aprovechó la guerra civil entre los Incas. 
Divide y Vencerás pues no sólo son palabras, es una estrategia muy útil al momento de lograr objetivos.

En la Unión está la fuerza

Una característica de la historia estadounidense es que en momentos de crisis todo el pueblo se une en un sola voz, se olvidan de divisiones partidistas.  Al ser atacados responden como un solo hombre con consecuencias inesperadas para el perpetrador del ataque.
El almirante japonés Isokuro Yamamoto, quien dirigió el ataque a Pearl Harbor el 7 de diciembre de 1941 conocía muy bien la forma de responder de los norteamericanos. Estudió tres años en Harvard y luego otros tres años como agregado naval en la embajada nipona en Washington.
Al ser notificado que su ataque se ejecutó antes de que Washington recibiera la declaración de guerra de Tokio dijo con pesar: “Yo siento que todo lo que ha pasado ha despertado a un león dormido que terminará esto en un horrible resultado”.
Pues Putin quiere que ese león se divida en muchos fragmentos.
Joe Biden, que en pocas horas será el ex/vicepresidente de EE.UU. lo advirtió de manera marginal durante la Foro Económico Mundial en Davos, Suiza al mencionar el fraccionamiento de la Unión Europea: Bajo la presidencia de Putin, Rusia está utilizando todas las herramientas disponibles para intentar introducir divergencias en el proyecto europeo, que será el test para el resto de las democracias occidentales, y la vuelta a las políticas definidas por las esferas de influencia”.

Una amistad de conveniencia

Putin no quiere ser “amigo” de nadie, como buen megalómano es sólo amigo de si mismo y de su proyecto de socavar las bases de su legendario enemigo, Estados Unidos. 
Las fisuras causadas por el ascenso de Trump a la presidencia son ya más que evidentes que van más allá de la pugna entre los partidos Republicano y Demócrata.
Muchas organizaciones independientes sin afiliaciones partidistas organizan protestas a lo largo y ancho de Estados Unidos el mismo día en que Trump jurará como Presidente en las escalinatas del Congreso en Washington.
Mientras que los simpatizantes de Trump ya anunciaron que atacarían a aquellos que se atrevan a protestar contra el nuevo mandatario. 
Este choque de simpatizantes y adversarios no tiene precedentes en la historia de Estados Unidos.
Entonces ¿logró Putin lo que quería?

Rusia se distingue por su grandes jugadores de ajedrez y al parecer Putin sabe bien cómo  mover las piezas.  Ya tiene el jaque, ¿logrará hacer el mate?

lunes, 26 de diciembre de 2016

Los medios que se oponen a Trump son sus mejores aliados


Por Héctor J. Héreter
San Juan, Puerto Rico
3 de marzo de 2016

Los medios de comunicación tratan de descifrar el ascenso de Trump. Yo les diría a mis colegas que hagan un acto de reflexión y se pregunten cuánto de responsabilidad tienen ellos en este ascenso. En su afán por cubrir lo que se acerca más a un espectáculo que a una noticia, les encanta resaltar las barrabasadas, disparates y atropellos de Trump; saben que esto atraerá mayor audiencia; a mayor audiencia suben los ratings y ya sabemos que los ratings ayudan a las ventas. Es una especie de espada de Damocles mediática.
Los medios de comunicación se convierten en cómplices involuntarios de la implantación de una política que único fin es la conquista y al mantenimiento de un poder personal o de grupo, mediante la acción demagógica en sus múltiples formas apelando a emociones irracionales mediante estrategias como la promoción de discriminaciones (“Los mexicanos son criminales”), fanatismos y sentimientos nacionalistas exacerbados (“Haremos grande de nuevo a América” “Will make America great again”); el fomento de los miedos e inquietudes irracionales (“barreremos a los musulmanes”); la creación de deseos injustificados o inalcanzables; etc. para ganar el apoyo popular, Es aquí cuando nace otro fenómeno político que ayuda al demagogo a perpetuar su poder: la Oclocracia.
La oclocracia es la autoridad de un populacho enajenado por las pasiones y no la razón.

La pregunta obligada en este momento es ¿cómo podemos identificar a un oclócrata cuando habla ante las multitudes? Pues los síntomas son más fáciles de identificar que un catarro común. Lo que lo hace a veces difícil es que caemos en la trampa de las emociones que nos nubla la razón, o los periodistas reportan aquello que saben atraerá la atención y tocará la fibra emocional de su público. Sin saberlo estos profesionales de la comunicación pasan del ejercicio del periodismo a la propaganda. Lo irónico es que una vez entronizado el demagogo en el poder, aquellos informadores que reportaron imparcialmente en un principio luego son considerados por el caudillo como sus principales enemigos.
Y ya Trump lo advirtió que de llegar a la presidencia derogaría la sacro santa primera enmienda de la Constitución por lo cual permitirá demandar a diestra y siniestra a los medios de comunicación, principalmente The New York y Washington Post. Al borrar del mapa estos dos medios emblemáticos de Estados Unidos, los más débiles se doblegarán ante este "strongman", dándose el fin de la imparcialidad periodística para saltar a la propaganda.

Ya se dio un gran presagio de lo que perseguía Trump en su feroz encuentro el pasado mes de septiembre con el periodista de Univisión, Jorge Ramos.  Lo irónico de este episodio es que las críticas fueron dirigidas hacia Ramos y no hacia Trump que ordenó la expulsión a empujones del periodista mexicano, de inmediato la oclocracia que apoya a Trump dijo al unísono: 1) que el comportamiento de Ramos estaba fuera de lugar; 2) que este periodista buscaba  atención mediática; 3) que se convirtió en activista en vez de ejercer su función de periodista; 4) que sus preguntas eran más bien de trinchera y no con propósito informativo. 
Aunque Estados Unidos es una nación de avanzada, no está exenta de  caer en la trampa de la oclocracia cuando las pasiones reinan sobre la razón.
El jurista venezolano Carlos J. Sarmiento Sosa  (y los venezolanos tienen bastante experiencia con la oclocracia durante las últimas dos décadas) señala que el oclócrata se presenta como el caudillo carismático, dotado de la capacidad intuitiva de adaptar materiales simbólicos a las necesidades de la muchedumbre haciéndole ver que va a satisfacer sus más inmediatas vindicaciones para, de esa forma, mantener la adhesión de ese sector social, hundido en la ignorancia y el abatimiento y que, ante la manipulación del oclócrata, se vuelca hacia éste con fe ciega. Es el reflejo de profetas, hechiceros, árbitros, guías de cacería o caudillos militares, considerándosele en posesión de fuerzas sobrenaturales o sobrehumanas, en fin, un emisario divino.
En una encuesta realizada por Vox, organización que analiza la política interna de Estados Unidos, confirma lo expuesto por Sarmiento, ya que el magnate de bienes raíces basa su campaña en 5 premisas principales:

  • 1.   Recurrir más a la intervención militar sobre la diplomacia para aniquilar cualquier amenaza. (Miedo)
  • 2.    Excluir de la nacionalidad a los hijos de inmigrantes ilegales que nazcan en Estados Unidos (nacionalismo).
  • 3.    Imponer mayores controles en aeropuertos para escrudiñar a pasajeros con rasgos árabes (racismo).
  • 4.    Requerir que todos los ciudadanos de Estados Unidos porten una cédula de identidad para enseñarla cuando la policía lo requiera (represión-intimidación-exclusión).
  • 5.    Permitir que las entidades policiacas puedan intervenir en las llamadas privadas de los ciudadanos bajo la excusa de detectar a posibles terroristas (control de masas).
Que gane o pierda Donald Trump está por verse, pero lo que más preocupa no es su victoria electoral, lo que si debe preocuparnos a todos es que ya se sembró dentro la nación estadounidense la semilla del autoritarismo, cuando este país debería ser ejemplo de democracia a nivel mundial; un sistema supuestamente blindado por sus creadores en 1776 basado en los "check and balances" contra esta forma de gobierno. Pues Trump, gane o pierda, el terreno está fértil para que otros líderes autoritarios emerjan en el  horizonte político de Estados Unidos.
¿Se imaginan a un Estados Unidos dirigido por otro loquito como Kim Jong-un de Corea del Norte? Entonces las profecías de la Biblia sobre el pocalipsis tendremos que releerlas con mayor atención. Ya por lo menos tenemos en Roma a un Papa del “Fin del Mundo”, tal como dicen las profecías.